La mayoría de nosotros nos pasamos la vida ansiando grandes puestos de trabajo donde poder ganar montones de dinero y ser admirados, en cierta forma, por aquellos que conocemos.
Reconozco haber sido una de esas personas que medían su éxito en función de los ceros de su salario o del título que aparecía en su contrato de trabajo; una persona con una trayectoria profesional muy buena y que creía que las cartas de este juego que es la vida, siempre estarían de su parte una vez llegada a esa posición.
Te pasas media vida trabajando para llegar a cierta posición donde crees que por fin tendrás estabilidad y quizá algo de tranquilidad, y al llegar te das cuentas de que en realidad, aunque has cubierto tus ambiciones, la lucha continua y lo que tienes que hacer a partir de ese momento es intentar mantenerte en el juego y no dejar que todos aquellos «recién salidos del horno», con ambición desmedida y que no tienen experiencia, y por eso van a cobrar mucho menos que tú, se queden con tu puesto. Tú has dedicado miles de horas a llegar a donde estás, y cuando llegas… te conviertes en un coste elevado que nadie quiere porque en muchas ocasiones no ven lo que vales y puedes aportar (precisamente por toda la experiencia que has acumulado durante años); ellos tan solo ven lo que cuestas.
A veces un mal paso cambia radicalmente el curso de los acontecimientos y hace que todo empiece a ir cuesta abajo sin que puedas evitarlo; ves cómo todo ese castillo de naipes en el que vivías empieza a caer delante de tus ojos y la mala suerte comienza a perseguirte sin explicación alguna. Tú eres el de siempre. ¿Qué es lo que está pasando? Es posible que nunca llegues a saberlo, pero lo que si sabes es cómo te sientes ante ese cambio tan radical en tu vida; te sientes un fracasado; en cierta forma humillado y avergonzado; vivimos en una sociedad donde parece que si no ganas cinco o seis cifras al año y tienes un «puestazo» en una gran compañía no eres nada.
¿Sabéis una cosa? Hace unos días he entendido que no pasa nada por volver a empezar de cero, y de hecho, que no pasa nada por hacerlo tantas veces como sea necesario; he entendido que no se es menos que nadie por volver a los orígenes y sobre todo, que la definición de éxito es muy relativa y depende en gran medida de la persona y sus circunstancias.
La vida da tantas vueltas, que en muchas ocasiones cuando tu cabeza se vuelve a centrar no sabes ni dónde estás, ni mucho menos qué ha pasado para que te encuentres en semejante situación.
No sé si es por los años, por los daños o por una mezcla de esos y varios factores más, pero a día de hoy, mi percepción ha cambiado radicalmente.
Para mí tener éxito ya no es solo poder ganar mucho dinero y tener una buena posición; tener éxito es sobre todo ser capaz de levantarte cada vez que un envite de la vida te tira al suelo.
Cuando la vida te revolea, y te hace morder el polvo, cuando no tienes ganas de seguir luchando por encontrar una salida y mucho menos de levantarte y seguir, éxito es encontrar el coraje en tu interior y hacerlo. Éxito es bajar hasta el escalón que sea necesario y volver a empezar con la cabeza bien alta y el ánimo por las nubes. Éxito es reinventarte cada día intentando dar siempre lo mejor de ti en todas las circunstancias y, sobre todo, pese a ellas. Éxito es comprender que te tiene que dar lo mismo lo que nadie pueda pensar de ti, y que tu valía no tiene tanto que ver con lo que haces sino con cómo afrontas los acontecimientos. Éxito es levantar la barbilla y desafiar lo que te pasa de cara, sin miedo, con confianza en tus capacidades y convicción en que pase lo que pase tú lo vas a seguir intentando las veces que sean necesarias…
¿Opiniones?
Éxito es mantener la ilusión en lo que haces; tener motivación cada día cuando te levantas y al acostarte; saber que al terminar el día tienes un nuevo reto por delante al siguiente día. Luchar cada día te mantiene vivo y despierto; acomodarte, te mata en vida.
Totalmente de acuerdo, a veces es necesario volver a lo básico y recordar lo realmente importante.