A veces tengo la necesidad de bajar el volumen de todo lo que me rodea, reconectar conmigo, sentir la paz de mi respiración, el viento en mi cara.
Hace mucho tiempo que mis pensamientos no me persiguen, o quizá sea mejor decir que ya no me atormentan.
Me ha costado bastante, pero creo que por fin me he reconciliado conmigo misma y sobre todo, me he perdonado todo aquello que «chirriaba» en mí.
Ahora me siento mucho más libre para pensar, sentir y hacer lo que quiero y considero correcto.
He aprendido que no tengo por qué dar explicaciones a nadie y mucho menos justificarme por las decisiones que tomo o por cómo soy, como tampoco tengo que ir por la vida sintiendo que debo pedir perdón cada tres pasos, o sintiéndome culpable por cada cosa que sucede a mi alrededor
Es curioso cómo los años, los daños y la vida en general nos cambia; cómo el paso del tiempo lima nuestras aristas y en cierta forma recompone nuestras partes rotas y nos ayuda a convertirnos en otra versión de nosotros mismos, no digo ni mejor ni peor, digo simplemente distintas, un más acorde a la realidad que estamos viviendo, una que es consecuencia de lo vivido.
Heráclito dijo » Ningún hombre puede cruzar un río dos veces por el mismo sitio, pues ni el hombre ni el agua serán los mismos » y yo hoy me siento totalmente identificada con esa frase.
No soy la misma que era ayer, ni hace un semana, ni mucho menos que hace unos años.
Ahora veo las cosas de forma diferente, siento las cosas de forma diferente, acepto las cosas de forma diferente.
Ahora me siento más yo que nunca.