Bueno, pues ya he saltado al vacío, ¿y ahora qué?
Pues supongo que ahora nada, ahora toca seguir.
Me tiemblan las canillas, tengo el pulso acelerado, una ligera incertidumbre me invade a ratos, y el miedo me ahoga cada tres respiraciones.
Soy humana.
Pese a lo anterior hay algo que me da fuerzas y es mirar en mi interior y no ver dudas, no sentirlas.
Estoy segura de mi decisión; sé que es lo correcto.
La vida es así ¿no?
Retos y decisiones constantes que debemos afrontar; saltos al vacío; etapas que se cierran y otras que se abren de par en par delante de nosotros; confianza ciega en uno mismo para afrontar lo que esté por venir; gente que viene y con la que coincidimos parte del camino, y gente que desaparece sin dejar rastro porque su tiempo con nosotros (o el nuestro con ellos) ha llegado a su fin.
La vida es ilusión; risas y llanto; paz y preocupación; dolor en muchas ocasiones y frustración en otras tantas.
La vida es acción, es caminar por veredas complicadas, disfrutar de amaneceres, abrazos, sonrisas y complicidad.
La vida es un maravilloso regalo que debemos aprender a disfrutar.