Hay gente que por activa y por pasiva te demuestra que no te quiere en su vida.
No es que te deseen ningún mal, simplemente es gente para la que tú no eres importante, gente que jamás se preocupa por ti, que te ignora y en la que jamás encontrarás empatía o ese hombro amigo que se necesita de vez en cuando; y no pasa nada.
Créeme.
Está bien que sea así.
Creo que a veces nos complicamos demasiado la vida intentando llamar la atención de los demás; intentando encajar en un molde que no nos corresponde, o incluso humillándonos y cambiando nuestra forma de ser para adaptarnos a lo que consideramos que los demás quieren de nosotros y formar así parte de su círculo; conseguir que nos hagan caso vamos.
Pero… cuando la reciprocidad no existe; cuando de forma constante e implacable alguien te demuestra que no tiene ningún interés en ti… ¿para qué seguir intentándolo?
Sé que es difícil tomar la decisión de romper con todo, sobre todo cuando por nuestra parte hay sentimientos que nos unen a esa persona, pero también sé que es necesario poner límites y cuidarse y quererse por encima de todo.
La gente nos decepciona una y otra vez porque seguimos insistiendo y teniendo esperanza donde a todas luces no hay nada. Nadie va a cambiar su actitud hacia ti cuando no hay interés, y el interés no va a surgir solo porque tú te deslomes andando esa media milla de más que te acerca a esa persona.
La reciprocidad de la que hablaba antes creo que surge de forma totalmente natural cuando el interés es genuino, y cuando eso no sucede, creo que hay que aceptarlo y seguir con nuestro camino.
No es cuestión de pasar del amor al odio, no me refiero a eso; pero sí creo que en nosotros, en los que insistimos en estar ahí y en esperar lo mismo de los demás (aunque gritemos a los cuatro vientos que eso no es así y que no esperamos nada de nadie), debe haber un cambio de actitud; quizá una solución sería pasar simplemente a la indiferencia.
Es doloroso insistir y sentir cómo nada cambia a tu alrededor; es doloroso ver cómo al final vuelves a ser tú el que tiene la sensación de ser un incordio, y te sientes humillado ante la falta de consideración e interés hacia tu persona, pero… por mucho que te sientas así, esa es la realidad, tú no les importas.
¿Hasta cuándo es lícito insistir e intentar que cambien las cosas?
¿No es mejor seguir adelante, dejar de darte cabezazos contra esa pared y centrarte en ti y en aquellos que te quieren abiertamente a su lado?
Estoy en un momento vital en el que esa reflexión retumba fuertemente en mis oídos porque me siento identificado con lo que en ella se dice. Es momento de hacer cambios y de tomar decisiones, aunque sean duras. Es hora de velar más por uno mismo y menos por los demás. Muchas gracias por compartirla.
Asi estoy, justo así. Siempre aguantando por los demás.
Gracias por poner letras, a sentimientos ahogados, a esta asfixia incontrolable….